Segun la OMS, la depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, más de 300 millones de personas viven con depresión, un incremento de más del 18% entre 2005 y 2015. La falta de apoyo a las personas con trastornos mentales, junto con el miedo al estigma, impiden que muchos accedan al tratamiento que necesitan para vivir vidas saludables y productivas.
La depresión en la cirugía plástica y estética
Un porcentaje de pacientes operados de cirugía plástica-estética pasa por un periodo de depresión tras la cirugía. La respuesta emocional varía en función de la cirugía realizada. Por ejemplo, es más frecuente en cirugías faciales que en cirugía de aumento de mama. De hecho, la mayor parte de pacientes operados de lifting facial pasan por una fase que podríamos denominar “depresión”. En este tipo de cirugía el factor determinante es que la cara no se puede ocultar como en otras operaciones.
Usualmente la cirugía facial es indolora, pero en la cara se produce una gran inflamación que, sumado al hematoma potencial, determina una deformidad que puede ser impactante para el paciente.
La imagen corporal sufre un cambio rápido al que no se está habituado, ni existen experiencias previas que nos puedan preparar para ello.
Aunque es un proceso normal que se soluciona relativamente rápido, ocasiona inquietud y la reflexión de si en algún momento “mi cara volverá a estar como antes”.
Esto ocurre en los liftings, en la cirugía de nariz y en cualquier otra de aumento o reducción óseas de la cara. La depresión suele aparecer a partir de la primera semana: las personas asumen el estado inicial pero cuando empieza a resolverse la fase aguda, la cara todavía muestra signos de inflamación (edema) que irá desapareciendo de forma más lenta.
A esto hay que añadir la sensibilidad diferente de la cara y el tacto especial de la piel, los cuales se van normalizando en el plazo de semanas e incluso meses. Los cirujanos sabemos que esto es normal y vemos al paciente de forma espaciada, con lo que somos capaces de evaluar los progresos de forma más objetiva. Pero para el paciente, que se ve cada día, la evolución no es tan evidente y es muy lenta. La fotografía en este sentido ayuda mucho para demostrar que todo va bien y según lo previsto y para ir viendo los cambios.
En otros tipos de procedimientos es el dolor y la impotencia funcional los que provocan el bajo estado anímico del paciente. Son operaciones en las que se produce cierta incapacidad en desplazamiento, caminar, trabajar debido que se requiere cierto reposo para asegurar la correcta cicatrización o por el dolor que produce.
Otro factor muy importante es el apoyo familiar
Los pacientes cuya familia no entiende, apoya o en los peores casos, se opone frontalmente a la decisión de la persona a someterse a una cirugía plástica-estética son más proclives a sufrir una depresión, a ver las cosas de color negro y a pensar que el resultado y las expectativas no son las esperadas.
Es inevitable en un proceso postoperatorio tener dudas, pensar que las cosas van mal, arrepentirse de haber tomado la decisión de operarse. Al fin y al cabo, es una experiencia totalmente nueva y sobre la que no se tiene control.
En definitiva, este tipo de depresiones aparece de vez en cuando y puede durar varios días, semanas e incluso meses. Los pacientes, familiares y seres queridos deben ser conscientes de que después de la operación, la depresión puede ser muy debilitante.
Necesitan entender este fenómeno con el fin de ayudar al paciente a lidiar con él de una manera positiva, en lugar de hacer comentarios que pueden empeorar el estado de ánimo del paciente.